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viernes, 7 de diciembre de 2012

La Degeneración Dietética Humana



El hombre moderno se enorgullece de su “evolución” desde hombre de las cavernas a viajero del espacio, y contempla desdeñosamente su pasado primitivo. En lo que atañe a la dieta, empero, la especie humana ha experimentado una marcada “des-evolución” o degeneración de sus hábitos alimentarios, una degeneración instigada por el tan cacareado advenimiento de la civilización, acontecimiento que ha creado una separación permanente entre el hombre y la naturaleza.

Durante millones de años, antes de la minúscula gota en el océano del tiempo que denominamos “historia”, los humanos y otros primates se nutrián exclusivamente a base de alimentos burdos y fibrosos que tomaban de la naturaleza y consumían crudos. En todo el reino de la naturaleza, los animales que se sustentan con dietas que contienen una elevada proporción de masa fibrosa indigerible y baja concentración de proteínas han desarrollado canales digestivos relativamente largos, en tanto que los carnívoros, como tigres y leones, poseen un canal digestivo corto. El aparato digestivo humano, que se extiende entre la boca y el ano a lo largo de más de 12 sinuosos metros, es uno de los más largos que existen en relación al peso corporal.



La degeneración dietética humana empeoró considerablemente cuando el hombre se convirtió en cazador de animales y adoptó la carne como alimento principal. Esto sucedió principalmente en el hemisferio norte, donde la carne era la única fuente de alimentación asequible en invierno. Las poblaciones humanas que se pasaron a la carne desarrollaron jugos digestivos y metabolismos capaces de extraer nutrientes de las grasas y proteínas animales, aunque sus canales digestivos permanecieron fijados para siempre en el molde vegetariano. Este cambio evolutivo dio origen a los dos tipos básicos de metabolismo humano que existen hoy; uno preparado para una voluminosa dieta de frutas y verduras frescas, el otro para una dieta de carne desprovista de fibras.



El comienzo de la agricultura marcó el último paso en la degeneración dietética del ser humano. Cuando los cereales se convirtieron en la base de su alimentación, se introdujo un elemento nuevo en el sistema digestivo humano, un elemento que la naturaleza no había destinado a servir de alimento al hombre: las féculas. El hecho de que los cereales sean el único componente de la dieta humana que no puede ser comido ni digerido en estado crudo es prueba suficiente de que no estaban previstos para el consumo humano. Los cereales se convirtieron en la primera “comida preparada” del mundo.

Todas las pruebas tienden a indicar que el hombre precivilizado se abstenía de comer cereales. Al parecer, los humanos comenzaron a recolectar y luego a cultivar cereales no para comerlos, sino para alimentar a sus animales domésticos y preparar cerveza. El hombre sólo recurrió a los cereales para su sustento cuando el aumento de la población hizo que las plantas silvestres y los animales resutaran insuficientes para alimentar a la especie.


Los cereales han constituido la base de la dieta humana desde hace sólo 6.000 o 7.000 años, y por eso los sabios taoístas de la antigua China los consideraban como una adición relativamente reciente a la dieta humana, con efectos perjudiciales para la salud y la longevidad. En la literatura taoísta sobre csalud y longevidad aparece una y otra vez la expresión bi gu (“evitar los cereales”). Esto coincide plenamente con los descubrimientos de estudiosos contemporáneos de la nutrición tan destacados como Arnold Ehret, el Dr. Herbert Sheldon, el Dr. Marsh Morrison, el Dr. Norman Walker y V. E. Irons. El hecho de que durante losúltimos milenios la dieta tradicional china se haya basado en los cereales en un 80 o 90 por ciento refleja únicamente las exigencias de la superpoblación. Los taoístas que “evitan los cereales” disfrutan de vidas más largas y saludables que el pueblo en general, pero al menos la dieta tradicional china combina los cereales mucho más armoniosamente que las dietas occidentales modernas.

A causa de la degeneración dietética provocada por la civilización, la dieta humana actual (sobre todo en el mundo occidental) se compone principalmente de alimentos refinados, desnaturalizados y excesivamente cocidos, indiscriminadamente combinados entre sí. Algunas de las consecuencias que ha de padecer la gente por haber eliminado los alimentos fibrosos de su dieta y dedicarse en cambio a las proteínas animales concentradas y a las féculas refinadas las describe a continuación el Dr. Robert Jackson:

La eliminación de esta sustancia de desecho (la fibra) elimina también de nuestros alimentos el estímulo natural para la actividad musculas de la pared intestinal... Esto conlleva una disminución en la velocidad del flujo intestinal. La menor velocidad del flujo intestinal conlleva a su vez la descomposición de las proteínas y una fermentación muy superior a la que correspondería normalmente para los hidratos de carbono; la primera tiene como consecuencia la producción de toxinas muy activas, y la segunda, de sustancias irritantes para la pared intestinal... Así se crea un círculo vicioso, que conduce a un estado de intoxicación crónica del cuerpo desde el aparato digestivo, pues la menor velocidad con que circulan los alimentos en el organismo no sólo provoca fermentaicón y descomposición, sino que también deja más tiempo para que la sangre absorba las toxinas así producidas.”



Hace cosa de diez años [2] se realizó un interesante estudio para comparar la actividad intestinal cotidiana de los naturales de la India y de los Estados Unidos. Los resultados dejaron atónitos a los investigadores: aunque el norteamericano medio consumía a diario más del triple de calorías que el indio medio, este último producía cada día heches fecales que pesaban más de ldoble que el promedio norteamericano. La dieta de la India, basada principalmente en verduras y cereales integrales, proporciona una elevada cantidad de masa fibrosa que empuja los desechos por el canal intestinal, mientras que la típica dieta norteamericana, rica en calorías procesadas y pobre en fibra natural, avanza por el canal digestivo con tanta lentitud que gran parte de la comida se descompone y fermenta en vez de ser digerida, y los resultantes desechos tóxicos se retienen durante días e incluso semanas, conduciendo a un estado de toxemia crónica (una forma de autointoxicación de la sangre causada por la constante presencia de toxinas en el estómago, colon, hígado y otros órganos). Tal estado es el responsable de numerosas enfermedades que rara vez se dan en las sociedades primitivas, tales como artritis, estreñimiento, gastritis, fatiga, infertilidad, impotencia y falta de defensas contra las enfermedades infecciosas.


V. E. Irons, especialista del colon y muy experimentado en ayunos, describe el moderno desastre dietético norteamericano en los siguientes términos:

En muchos casos, los alimentos permanecen en el interior del cuerpo durante meses e incluso años. Estos alimentos se pudren y descomponen, y se incrustan en los pliegues y rendijas del colon... En la mayoría de la gente, el colon, en lugar de ser un sistema de alcantarillado rápido y eficaz, se ha convertido en un pozo negro estancado.


[1] Extraído del libro “El Tao de la Salud, el Sexo y la Larga Vida” del autor Daniel Reid.
[2] Tener en cuenta que el libro fuente se escribió en 1989.

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