Comparto
con ustedes las elocuentes palabras que escribió Douglas Graham en
su libro “La Dieta 80/10/10” sobre este debate, y luego algunas
comparaciones anatómicas muy relevantes entre los carnívoros y el
ser humano.
“Los
animales que viven de otros animales usualmente comen carne cruda,
directamente del cadáver, con gozo. Los carnívoros consumen la
mayor parte del animal, no solamente su carne, consumiendo tanto el
tejido muscular como también los órganos y bebiendo gustosamente la
sangre fresca y tibia a lengüetadas junto con otros fluidos
corporales. Se deleitan en las entrañas y sus contenidos
parcialmente digeridos, inclusive aplastan, trabajan y consumen los
huesos más pequeños, sus medulas y cartílagos.
La
mayoría de nosotros amamos a los animales como acompañantes en la
tierra. No salivamos ante la idea de aplastar la vida de un conejo
con nuestras manos desnudas y dientes, y el pensamiento de comer uno
en un estado recién muerto es bastante repugnante. Ciertamente no
disfrutamos masticar huesos, cartílagos, entrañas o trozos de grasa
cruda y carne, junto con el cabello y dichos que inevitablemente los
acompañan. No podemos imaginar estar sorbiendo sangre cálida, y
llenarnos de ella en nuestros rostros, manos y cuerpos. Estos
comportamientos son ajenos a nuestra disposición natural y son de
hecho enfermizos.
Disfrazamos
la carne animal comiendo sólo algunos cortes pequeños de los
músculos y algunos órganos. Inclusive entonces, preferimos
cocinarlos y camuflarlos con condimentos.” [1]
[1]
Extraído del libro “La Dieta 80/10/10” de Douglas Graham.
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