Hay alimentos que no nos nutren. Son los que contienen xenobióticos. Se trata de compuestos sintetizados químicamente que no existen en forma natural, por lo que no hay en el organismo mecanismos para degradarlos. Son sustancias extrañas que al ingresar al cuerpo pueden desatar reacciones de defensa, o simplemente depositarse y crear obstáculos en el libre fluir de los procesos que mantienen la vida.
Los xenobióticos se encuentran en los fármacos, el tabaco, el alcohol, la polución, el esmog, los agregados químicos a los alimentos.
El órgano más afectado por los xenobióticos es en primer lugar el hígado, cuya tarea es neutralizar las sustancias tóxicas que penetran en el organismo y prepararlas para su eliminación. El hígado, a través de diferentes enzimas, transforma estas sustancias nocivas en metabolitos más solubles y más fáciles de excretar. La eliminación se lleva a cabo a través de intestinos, riñones, piel y pulmones.
Otros xenobióticos que se incorporan a los alimentos son los aditivos; se hace con el fin de tornarlos más apetitosos, mejorar su aroma, su sabor o su color para compensar excesos o defectos en su composición que inciden en sus características organolépticas o para estabilizar mezclas y asegurar un aspecto y una textura adecuados.
Los grupos de aditivos más importantes son:
- colorantes: naturales y artificiales (sintéticos)
- conservantes
- antioxidantes
- secuestrantes de metales
- gelificantes y estabilizantes
- emulsionantes
- potenciadores del sabor o saborizantes
- edulcorantes de bajas calorías
- acidulantes
- correctores de la acidez
- antiaglutinantes
- antiespumantes
- sustancias para el tratamiento de la harina
- aromatizantes
Los xenobióticos irritan las mucosas, y pueden ser en parte responsables de problemas como colon irritable, colitis ulcerosa, aparición de herpes, alergias. Además, favorecen los procesos inflamatorios crónicos como reuma, artrosis, gota. Muchas de las sustancias químicas extrañas al cuerpo son cancerígenas.
Encontramos en el mercado muchos alimentos que contienen macronutrientes y aditivos que no nos nutren. Son alimentos que contienen escasos principios nutritivos, exceso de grasas saturadas, grasas trans, azúcares y sustancias químicas como colorantes y saborizantes artificiales (snacks, bebidas gaseosas, golosinas).
Las grasas saturadas se encuentran principalmente en el reino animal, en alimentos como la crema, la manteca, los quesos, las carnes gordas, las achuras; en el reino vegetal están presentes en el chocolate, el maní, el coco. Estas grasas son las que promueven la síntesis de colesterol malo o LDL y tienden a depositarse en las arterias, acelerando o promoviendo procesos de arteroesclerosis o formación de trombos. Aún cuando su exceso es perjudicial para el organismo, pueden ser metabolizadas.
Las trans son grasas vegetales que han sido sometidas a un proceso de hidrogenación. Por este método, los aceites vegetales se mantienen sólidos a temperatura ambiente y se evita su enranciamiento. Esta modificación no permite que entren en las cadenas metabólicas y tienen a acumularse como residuos, difíciles de eliminar. Son particularmente peligrosas para el corazón, ya que elevan los niveles de colesterol malo o LDL. Se hallan presentes en margarinas, galletitas, masas para tartas y empanadas, en algunos helados no artesanales, en papas fritas, snacks en general. Son fácilmente identificables por la leyenda "ácidos grasos hidrogenados o parcialmente hidrogenados".
Ambos tipos de grasas, las saturadas y las hidrogenadas, tienden a aumentar los procesos inflamatorios crónicos.
Los azúcares blancos elevan la glucemia, incentivan en exceso la liberación de insulina y predisponen a desequilibrios en el metabolismo de los azúcares y triglicéridos (diabetes, por ejemplo). Además, al ser un alimento altamente acidificante del medio interno, aumenta el consumo de calcio en el organismo para equilibrar el PH. Esto se traduce en una pérdida de calcio a través de la orina (dando lugar a osteoporosis).
Si se perpetúa el consumo de estos pseudoalimentos, se generan efectos indeseables. Algunas consecuencias pueden ser:
- Las sustancias químicas dañan la mucosa gastrointestinal. Esto permite que entren en la sangre sustancias que operan como antígenos (tóxicas y que generan una respuesta inmunitaria). A la larga, las defensas se debilitan y hay un riesgo mayor de sufrir toda clase de infecciones, desde el resfrío común hasta otras más importantes como enfermedades autoinmunes, pasando por alergias, eczemas, colon irritable, gastritis y otros problemas gastrointestinales.
- El alto contenido de sal, de grasas saturadas y de aceites hidrogenados aumenta el riesgo de sufrir de hipertensión arterial y neveles elevados de colesterol. Esto a su vez aumenta el riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular.
- El contenido de azúcares en golosinas, helados de mala calidad, etc., aumenta el riesgo de caries y del agotamiento del páncreas, predisponiendo a una diabetes en la edad adulta si los hábitos no se cambian. Otra consecuencia del consumo exagerado de azúcares es el síndrome de déficit de atención, tan común hoy en la niñez y en la adolescencia.
- El exceso de este tipo de comidas perjudica al hígado, que es el encargado de neutralizar los tóxicos que entran en el organismo.
- Un perjuicio aún más profundo es que estos alimentos ocupan el lugar que deberían ocupar los verdaderos nutrientes, como vitaminas, minerales, oligoelementos, antioxidantes, etc.
En el caso de la niñez, el daño es mayor, ya que aún no se ha completado el proceso de crecimiento y desarrollo.
Bueno, hasta acá llega la información para hoy sobre los alimentos menos convenientes para nuestra dieta. Las imágenes que puse la verdad que dude en ponerlas porque seguramente dieron más ganas de comer que de seguir leyendo pero ya está. Es importante tomar consciencia de la forma que nos alimentamos. Si bien nunca está mal darse un gusto de vez en cuando, lo ideal es que nuestra forma diaria de comer sea lo más adecuada posible para un correcto desarrollo y funcionamiento de nuestro organismo. Lo importante es el justo equilibrio, la moderación y el saber escuchar a nuestro cuerpo.
Una conclusión que saco yo es que este tipo de alimento es ineficiente para la economía del organismo. Lo ideal es el consumo de alimentos que nos nutran, nos energicen, nos den vitalidad, y que consuman la menor cantidad de energía posible en su procesamiento. Las frutas, verduras, germinados y brotes entran en esta categoría gracias a su gran aporte enzimático, algo de lo que hablaremos en otra ocasión. Espero les haya servido la información. Hasta la próxima!
Algo de información sobre la autora del libro Susana Zurschmitten
Susana Zurschmitten es licenciada en Nutrición, egresada de la Universidad de Buenos Aires. Se formó asimismo en Fitoterapia, Iridoanálisis, Auriculoterapia, y además se especializó en Nutrición Naturista, en el laboratorio Dr. Madaus y en la Asociación de Médicos Naturistas, a cargo de la Dra. Elba Albertinazzi. Creó y dictó durante varios años el seminario "Filosofía y bases científicas de las terapias nutricionales complementarias" en la carrera de Nutrición, Facultad de Medicina (UBA). Participa permanentemente de entrevistas periodísticas en los medios más importantes del país y es autora de cuatro libros: Sanarnos mediante la alimentación (Longseller), Sana y linda (Deva´s), La dieta definitiva (Deva´s) y La dieta inteligente (Grupal).
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