La Manzana en la
Historia
La manzana ha sido una
importante fuente alimenticia para ayudar en la alimentación en
todos los climas fríos y, es probablemente, el árbol más
modernamente cultivado. Son la especie vegetal, a excepción de los
cítricos, que se puede mantener durante más tiempo, conservando
buena parte de su valor nutritivo. Las manzanas de invierno,
recogidas a finales de otoño y guardadas en cámaras o almacenes por
encima del punto de congelación han sido un destacado alimento
durante milenios en Asia, Europa y en Estados Unidos (desde 1800).
Actualmente, la manzana tiene un período de vida más largo, y
después de ser cortada, gracias al empleo de radiación se disminuye
la presencia de agentes deteriorantes. Hay variedades con forma y
sabor-una variedad tiene el sabor parecido al del melón pero con
menos agua, un tamaño más reducido, y tiene un color rosa fucsia.
Se dice,
tradicionalmente, que su origen estaría situado en la zona de Alma
Ata o Almaty, antigua capital de la república soviética de
Kazajistán y actual segunda ciudad más importante del estado kazajo
independiente. De hecho Almaty es la forma adjetivada del sustantivo
"manzana" en kazajo y es popularmente traducida como "Padre
de las Manzanas". [4]
Su Valor Nutritivo y
Terapéutico
La manzana es una de
las frutas más excelentes, por su poder alimenticio y curativo. Es
llamada la “reina de las frutas”. Hay variedades de manzanas;
unas de sabor más dulce y otras de sabor más agrio o ácido. Las
primeras son las más recomendables para ser comidas crudas, al
natural, mientras las segundas (ácidas) no son toleradas por todos
al natural; pueden en estos casos ser asadas al horno o cocidas; de
esta forma pueden ser usadas hasta por los convalecientes.
La manzana no sólo
constituye uno de los mejores alimentos, sino que es también uno de
los mejores remedios terapéuticos para muchas enfermedades.
Según el Dr. Bircher
Benner, la manzana debe ser comida toda (cáscara, pulpa y semillas),
pues éstas últimas tienen dieciocho veces más yodo que el resto de
la manzana. Hoy en día no
conviene comer la cáscara, ya que todas las manzanas son curadas con
químicos.
El valor terapéutico
de esta importante fruta ha sorprendido a muchos investigadores. A
propósito, citemos las palabras de uno de ellos, el Dr. Teófilo
Luna Ochoa:
“Esta deliciosa
fruta posee numerosas cualidades curativas, y los factores
responsables de dichas virtudes terapéuticas se dividen en 5 grupos:
- los ácidos, 2) los azúcares y almidones, 3) la celulosa y hemicelulosa, 4) las vitaminas y 5) la pectina.
Los ácidos presentes
en la manzana forman una cubierta protectora en la mucosa intestinal,
ejerciendo además una acción antiséptica insuperable.
Los azúcares y
almidones aumentan la acción de la pectina, mientras que la celulosa
y hemicelulosa proporcionan volumen para ayudar en la limpieza de los
intestinos.
La presencia de la
vitamina A, asiste a mantener el tejido normal, la vitamina B aumenta
el tono intestinal y la vitamina C contiene propiedades
desintoxicantes y antiescorbúticas.
Uno de los más
eminentes expertos en Nutrición, el doctor McCollum, de la
Universidad de John Hopkins, refiere que él sufrió de escorbuto
cuando era niño y que fue curado con una alimentación de manzanas
ralladas, que cree que esto salvó su vida. McCollum vivió para
llegar a ser más tarde uno de los fundadores del conocimiento
científico de la Nutrición, y para ayudar en el descubrimiento de
la vitamina C, la vitamina que previene el escorbuto, la vitamina que
le libró de la muerte.
Los afiebrados e
inválidos encontrarán en la manzana un manantial de energía,
gracias a su contenido en azúcares que producen una rápida
combustión.
Su valor calórico es
relativamente bien utilizado por el organismo, pues en 6 libras de
manzanas crudas y con cáscara, solamente el 11,7% del constituyente
calórico se pierde en la evacuación.
Particularmente las
personas de vida sedentaria, cuyos hígados son perezosos, se
beneficiarán con las manzanas bien maduras, pues ayudan a expeler
los nocivos desperdicios.
Como hemos visto, las
manzanas son ricas en vitaminas, necesarias para la salud, son buenas
fuentes de sales minerales como calcio, fósforo, etc., por eso
ningún hombre gordo debería sufrir de obesidad, si comiera más
manzanas y menos alimentos pesados, como almidones, azúcares
(refinados) y grasas.
Su alto contenido en
levulosa (fructosa) o
azúcar de frutas, ha guiado a los investigadores alemanes a colocar
esta fruta entre los alimentos bien tolerados por los diabéticos,
naturalmente en cantidades moderadas.
En los casos de
dispepsia (desórdenes
gástricos), las manzanas crudas han tenido buen éxito,
así como para regular la acción de los intestinos de los
dispépticos.
La clínica alemana ha
evidenciado ampliamente que las condiciones dispépticas eran
aliviadas en unos pocos días por la administración de una dieta de
manzanas crudas. Los niños alemanes dispépticos menores de un año
de edad, mostraron un enorme progreso con esta fruta, pues la
dispepsia en sus primeros estados, así como en los más serios, fue
detenida.
Sobre los efectos
terapéuticos de varios artículos alimenticios, el Dr. A. I.
Liebstein, declara en la 'American Medicine' que 'la manzana es una
excelente fruta alcalina y terapéuticamente efectiva en todas las
condiciones de acidosis, gota, reumatismo, ictericia, en todos los
trastornos del hígadoy de la vesícula, en las enfermedades de los
nervios y de la piel, causados por un hígado perezoso, por
hiperacidez y estados de autointoxicación'.
Muchos autores
incluyen la manzana en una lista de deseables alimentos, para el
estreñimiento y las malas digestiones. Sus definidas propiedades
laxantes, se deben a su gran contenido en celulosa (fibra),
así como a sus ácidos y sales; para esto se comerá 2 o 3 antes de
dormir.
En general, todas las
inflamaciones del aparato digestivo y respiratorio son vencidas con
la manzana, gracias a su naturaleza azucarada, acídula y
mucilaginosa, que constituye un buen emoliente (evita
irritaciones).
Los ácidos contenidos en
esta fruta ejercen una cierta influencia antiséptica sobre los
gérmines presentes en la boca, por eso es particularmente
recomendable comer una manzana antes de acostarse, pues gracias a su
efecto antiséptico y limpiador de los dientes, desaparece el gusto
amargo y desagradable de la boca y neutraliza todo exceso de ácidos
acumulados en este sistema, durante el día. De esta manera conduce
hacia un sueño profundo y renovador, venciendo el insomnio. Además,
el cuerpo exhalará un olor más agradable, debido a la acción
purificadora que ejerce sobre la piel.
Asimismo, el Dr. Scarles
recomienda comer una manzana antes de dormir para facilitar el
funcionamiento del hígado o de los riñones, pues la absorción de
los ácidos gástricos suministraría un sueño tranquilo y
reparador.
Su efecto alcalinizante
se debe a sus ácidos orgánicos presentes, los cuales son
convertidos en compuestos carbónicos durante la oxidación en el
cuerpo. Además estos ácidos estimulan la secreción de saliva
alcalina, tan indispensable en la higiene bucal.
La firmeza de la pulpa de
la manzana también proporciona aquel deseado bruñido de los
dientes, asegurando de este modo la salud de la dentadura y de las
encías.
Los ácidos orgánicos,
principalmente el ácido málico, al encontrarse en los intestinos,
como un resultado de la actividad bacteriana de la manzana, son
definidamente antagónicos a la presencia de ciertas bacterias; por
eso esta fruta es de enorme importancia por su capacidad de
establecer una flora intestinal rica en bacilos acidófilos. Además,
el ácido málico, acidula los jugos gástricos como para acrecentar
sus efectos germicidas.
El Dr. John Hunto, uno de
los inmortales de la medicina inglesa, abogaba por el libre uso de
las manzanas como el mejor remedio para la gota. Esta opinión ha
sido apoyada por posteriores investigaciones y observaciones hechas
particularmente por los doctores Garrod y Weiss. En efecto, las
manzanas proporcionan mucho alivio a los que sufren de gota, pues el
ácido málico contenido en ellas, neutraliza la materia yesosa que
causa los padecimientos del gotoso.
Por otra parte, la
manzana contiene un gran porcentaje de fósforo más que ninguna otra
fruta o verdura, razón por la cual es un valioso alimento para el
cerebro y los nervios. Los que sufren de agotamiento nervioso y
cerebral, sobre todo los intelectuales, harán bien en comer por lo
menos dos manzanas diarias... evitando al mismo tiempo el té o café,
y tomando en lugar de éstos, agua de cebada o de afrecho sazonado
con zumo de limón o aun agua de manzana.
Algunos fisiólogos
declaran que el fósforo de la manzana asiste en la reconstrucción
de la lecitina del cerebro y la médula espinal, ejerciendo una
acción tónica sobre el sistema nervioso debilitado, y devolviendo
sus poderes a la mente y al cerebro.
Las manzanas, cuando se
comen maduras y sin la adición de azúcar, disminuyen la acidez del
estómago, y además curan la flatulencia y las náuseas.
Una dieta consistente
principalmente de manzanas, se ha descubierto que es excelente para
curar la embriaguez y el hábito de fumar.
Esta fruta descongestiona
los riñones y el hígado, y gracias a su contenido de sales
minerales y elementos neutralizantes, es un perfecto eliminador de
ácido úrico, pues impide también la formación de cálculos y
arenillas.
Por su riqueza en hierro
se recomienda contra la anemia y clorosis.
Finalmente, para combatir
las hemorroides no hay nada mejor que ingerir manzanas.
El viejo adagio: 'Coma
una manzana antes de acostarse y el médico mendigará su pan', ha
sido modernamente abreviado así: 'Una manzana cada día, mantiene
alejado al médico'.
Este proverbio ha
recibido confirmación científica, justamente desde el
descubrimiento aquel en que se demostró que la dieta exclusiva de
pulpa de manzana constituía un tratamiento específico de la diarrea
en 24 horas, así como de otras condiciones inflamatorias de la
mucosa intestinal”. [1]
En los experimentos de
laboratorio se ha observado que al inyectar en las venas de las
cobayas un concentrado de manzana del que se ha eliminado la pectina,
se eleva la glucosa en sangre y se regulan los movimientos del
intestino. Del mismo modo, también se puede evitar la subida de la
tensión. El potasio de la manzana se une al sodio excedente del
organismo que queda así eliminado. El ácido málico impide la
expansión de las células cancerosas. Según investigaciones
recientes, la pectina que contiene la manzana puede sustituir al
plasma sanguíneo, y además posee unas excelentes cualidades. La
manzana también hace descender el nivel de colesterol.
Favorece la producción
de los fluidos corporales y humedece los pulmones. Es tranquilizante.
Elimina el calentamiento del cuerpo. Fortalece el corazón y la
energía vital. Abre el apetito y anula la intoxicación etílica.
Está indicada para tratar las diarreas causadas por debilidad del
bazo, la polidipsia (aumento
anormal de la sed), la anorexia, la intoxicación etílica,
la tos y la hipertensión.
En uso interno, se toma
cruda, en jugo o en compota. En uso externo, se maja (machaca)
y se aplica el jugo.[2]
Composición
Nutricional (en 100g )[3]
- Energía: 64 kcal.
- Agua: 84.1 g.
- Proteínas: 0.3 g.
- Grasas: 0.4 g.
- Carbohidratos: 14.9 g.
- Cenizas: 0.30 g.
- Sodio: 5 mg.
- Potasio: 122 mg.
- Calcio: 4 mg.
- Fósforo: 9 mg.
- Hierro: 0.5 mg.
- Vitamina B1 (tiamina): 0.041 mg.
- Vitamina B2 (riboflavina): 0.047 mg.
- Vitamina B3 (niacina): 0.2 mg.
- Vitamina C: 2.8 mg.
[1]
Extraído del libro “Como Vivir Sano” (Asociación Interamericana
de Biocultura)
[2]
Extraído del libro “Dietoterapia” (Liu Guo Hua)
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