Diversos estudios epidemiológicos
realizados en distintos países coinciden en afirmar que los grupos
de alimentación que siguen propuestas de alimentación vegetariana,
presentan menor incidencia de ciertas enfermedades de elevada
incidencia y prevalencia en los países industrializados, y que
acostumbran a relacionarse con el consumo abusivo y cotidiano de
alimentos , especialmente de origen animal. Así pues, parece ser que
las enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, la
diabetes tipo 2, la obesidad, la hipertensión arterial, las
dislipemias, los elevados niveles de ácido úrico y el estreñimiento
se diagnostican con mayor frecuencia en la población omnívora que
entre la población vegetariana.
El consumo de carbohidratos complejos
es más elevado entre la población vegetariana, principalmente entre
los vegetarianos estrictos. Al mismo tiempo, los vegetarianos
ingieren como mínimo los 25-30g de fibra diarios, recomendados en
una alimentación equilibrada, superando ampliamente estas cantidades
los vegetarianos estrictos.
Tanto el aumento del consumo de
hidratos de carbono complejos como el aumento de fibra son
recomendaciones básicas en las estrategias para mejorar los hábitos
alimentarios de varios países del mundo.
En relación a las grasas, es evidente
que al no incluir carnes ni elaborados cárnicos, este tipo de dieta
puede disminuir considerablemente el aporte calórico global, así
como el procedente de grasas totales, grasas saturadas, colesterol y
sodio (incluido en la elaboración de embutidos y platos preparados),
y también el aporte de purinas derivadas del metabolismo proteico.
La ingesta de ácidos grasos saturados y colesterol de los
vegetarianos estrictos es prácticamente nula.
La población vegetariana acostumbra a
incluir en su dieta, con más frecuencia y en mayor cantidad, frutas
y frutos secos. El incremento de consumo de frutas favorece la mayor
ingesta de fibra y vitaminas hidrosolubes (como la vitamina C),
mientras que el incremento en el consumo de frutos secos (nueces,
avellanas, almendras...) aumenta el aporta de grasas poliinsaturadas,
proteínas de origen vegetal y fibra. El consumo habitual de frutos
secos ha sido considerado por numerosos estudios como un posible
agente protector frente a enfermedades cardiovasculares.
Además, entre la población
vegetariana, puede destacarse un mayor consumo de antioxidantes
(flavonoides, vitamina E, vitamina C, carotenos...) que se encuentran
principalmente en los alimentos vegetales.
Éstos serían, a grandes rasgos, los
caracteres nutricionales más favorables de la propuesta alimentaria
vegetariana.
Fuente: Diccionario Larousse de la
Dietética y Nutrición
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